Beltrán: aquel cabo González de antaño y, las temibles latas de betún «petardo»

Según recuerdan algunos vecinos memoriosos de la localidad vallemediense de Luis Beltrán, la Policía local tuvo entre sus filas a un tipo muy simpático, bonachón, que se lo conoció como el cabo González. Y en aquel tiempo -hay que remontarse a las décadas del ’40 y ’50-, era tan tranquilo Beltrán que más de un pícaro adolescente no dudaba en provocarlo al bueno de González. ¿Qué le hacían? Conseguían latas de betún vacías y las rellenaban con piedras, además de un poco de pólvora que sacaban de cartuchos de escopeta. Luego, llegaba el momento crucial de hacerlas explotar en cercanías de la comisaría o, en otros lugares que frecuentaba González -con un sistema que lo tenían muy aceitado gracias a conocimientos rudimentarios que se los transmitieron sus padres europeos por haber atravesado la Primera Guerra Mundial y, en otros casos, la Segunda-.

El incidente de la explosión no pasaba más allá de unos insultos del uniformado que, casi nunca, se enteraba de la identidad de los autores debido a la rapidez que tenían para escapar rumbo a sus hogares. Y apenas llegaban, se felicitaban por la broma y no dudaban en refugiarse en escondites que les servían de laboratorio para sus experimentos «explosivos» -en el patio de la carnicería de Cayetano Pedranti, por ejemplo, había una especie de pasillos subterráneos-.

2 comentarios en “Beltrán: aquel cabo González de antaño y, las temibles latas de betún «petardo»

  1. Como no recordar al Sargento Ceferino González -décadas del ’50, 60 y 70- un respetabilísimo integrante de la fuerza policial, abnegado en su trabajo, imponía orden y respeto, recorría todo el pueblo con su bicicleta y que no agarrara a alguien «in fraganti»porque directamente, sin mediar escusa alguna, se lo llevaba a la comisaría. Una persona correcta en su proceder y nosotros cuando hacíamos alguna diablura siempre estábamos atentos a que no apareciera el Sargento González porque te agarraba y te llevaba a tu casa para hablar con tus padres. Era la ley y el orden. Así que lo de las latas se lo podían llegar a hacer una sola vez y no dos, porque sí o sí iba a dar con los autores. Sargento Ceferino González ante todo ha sido una gran persona.

  2. El PETIZO IGNAZI

    Fue testigo fiel (testis fidelis), aun como protagonista secundario del caso. Corrían los primeros años de la década conformada entre 1950 y 1960, y recién terminada la primaria comenzaron a llegar, para vacacionar los primeros jóvenes – mayores que Yo- que estudiaban en Bahía Blanca ( vale recordar, además, que por ese entonces, también libro puertas el Colegio Secundario en la Ciudad de Choele Choel, si es que la memoria no me traiciona).

    Algunos dotados de avanzados conocimientos de física y química fundamentalmente, eran los conductores del proyecto de elaborar «Pólvora» en base a la conocida formula básica; es decir: una mezcla de nitrato potásico (conocido como salitre), carbón y azufre, No recuerdo las proporciones.

    En tanto nosotros (éramos tres) juntábamos latas vacías de betún marca » Washington » y la llenábamos con el polvo obtenido. Cerrábamos con cuidado y colocada en un superficie plana de hormigón le mandábamos un tacazo: soltaba un ruido estruendoso y una humareda colosal.

    Al rato lo divisábamos al Sargento González meta pedal. Lo hicimos un par de veces con el solo ánimo de aprender los efectos del conocimiento adquirido; cuidándonos de no molestar ni lastimar a nadie. Alguien dijo «SON COSAS DE JOVENES, MUY JOVENES».

    EL Petizo IGNAZI

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