presentación de La Voz del Valle Medio

Periodista al fin, no podía faltar mi blog dedicado a la región que más conozco. Esto recién empieza y espero la colaboración de los circunstanciales lectores e internautas. Se aceptan críticas y sugerencias. El espacio de La Voz del Valle Medio privilegiará la crítica, pero también los aportes. Desde ya, no se aceptarán bajezas ni insultos (eso es mejor para el frente a frente). Y muchas gracias a los promotores de esta posibilidad, que son los integrantes del prestigioso Centro Knight para el Periodismo en las Américas y que, a través de un curso en línea, nos instan a multiplicar y alzar nuestra voz mediante un blog.

Aquella escuela de antaño de la isla de Choele Choel, 1904, con mayoría de alumnos galeses

Repasemos el registro de asistencia, octubre de 1904, es decir, principios del Siglo XX: Augusta Benavides (única criolla), Sara Ieane Davies, Adi Deves, Isabel Ana Deves, María E. Deves, Sara Hugues, Lili Humphreys, Ana Ivans, Margarita Ivans, Elizabeth Owen, Blanca Flor Peary, Margarita Peary, Sara Hyden Pugh y, Sinforosa Williams. En tanto, los varones eran los siguientes: Guillermo E. Deves, Ivan Jhon Deves, Richard Humphreys, Mirdon Hughes, Eduardo Ivans, Juan Ivans, Jhon Owen, Roberto Owen, Ricardo Peary, Guillermo Pugh, Tudno Unfres, Mauricio Unfres y Devet Williams.

De esta forma, en lo que hoy es la plaza céntrica de la localidad vallemediense de Luis Beltrán, arrancaba la primera escuela de la isla de Choele Choel, la Escuela 11. También funcionó un tiempo en la Capilla Anglicana, en un ranchito de adobe de la chacra de Donato Hernández, después en una propiedad urbana de Hernández y, finalmente, en 1934 en el edificio actual (foto).

El vigoroso itinerario laboral del beltranense Chula Ignazi: INTA Alto Valle, Ente Provincial del Río Colorado, ministerio de Agricultura y, Ente de Fruticultura

Apoyándose en una amalgama de conocimientos adquiridos al lado de su mamá Mercedes y su papá Damiano en la chacra de la isla de Choele Choel, más estudios posteriores, Arnaldo «Chula» Ignazi hizo un recorrido casi único en los Valles rionegrinos, interviniendo en experiencias desafiantes y sumándose a entusiastas proyectos vinculados en forma íntima con la chacra patagónica. En el inicio de los ’70, se transformó en colaborador de los ingenieros agrónomos Julio Tiscornia y Héctor Castro en el INTA Alto Valle. Luego, trabajó codo a codo con otro beltranense, el ingeniero Federico Witkowski, en el proyecto vivero frutal del Ente Provincial del Río Colorado.

A mediados de los ’70, como integrante de la Asociación Cooperadora INTA Alto Valle, desarrolló cultivos de alfalfa, frutales de pepita y carozo, viñedos comerciales, viveros de salicáceas, cultivo de tomate para la producción de semillas y extracción de estacas de vid. Luego, en los primeros años de la década del ’80, volvió a su pueblo y desplegó un cojonudo trabajo en la Chacra Experimental de Luis Beltrán. Arrancó con una guía de siembras hortícolas; asesoramiento a chacareros sobre sanidad en hortalizas y aplicaciones de herbicidas; introducción de portainjertos y variedades de manzanas y peras; y, difusión informativa respecto al cultivo de especies aromáticas.

En este marco, nadie se quería perder su potencial y en 1988, fue convocado al Ente de Fruticultura, donde llevó a cabo el programa de informaciones a productores, empacadores y profesionales de los Valles Alto y Medio sobre manejo, sanidad, uso de plaguicidas, variedades y portainjertos. También se encargó del calendario de cosecha y avanzó con la introducción de nuevas variedades de peras y manzanas y uvas de mesa. Se transformó en una pieza clave del Programa de Madurez donde intervenían instituciones como la CAFI y organismos provinciales y nacionales.

Su tarea incansable se extendió hasta los primeros años de la década del ’90, con otras actividades novedosas como el aprovechamiento de residuos orgánicos para elaboración de abonos con destino al aprovechamiento agrícola (compost y multiplicación de lombrices californianas); introducción de nogales injertados; asesoramiento en cultivos de frutillas, frambuesas, cerezos y espárragos; y, participación con un trabajo en el Congreso Internacional Frutar 91.

Ya en el final de ese itinerario laboral marcado en gran medida por su amor a la tierra y la producción -no le interesaban los cargos ni el ocasional salario-, puso un freno a sus giras por los Valles y, afincado en General Roca, se concentró en su trabajo de controles fitosanitarios de la fruta de exportación en la aduana de Villa Regina. De esta forma, mi viejo, con un perfil muy bajo, puso su granito de arena al desarrollo del Norte patagónico y, principalmente, los Valles de Río Negro.

Un cojonudo trabajador de la educación vallemediense, M. Gallardo, se despide y deja un CEAER empoderado

Hoy 1 de mayo es el Día del Trabajador y eso, básicamente, es lo que es el exdirector del CEAER, Miguel Gallardo. Ayer, comunicó su renuncia a la dirección de la casa de estudios terciarios de la región del Valle Medio rionegrino y el inicio de los trámites jubilatorios. Gallardo, sin discursos grandilocuentes pero con un despliegue inmenso en materia de gestiones ante gobiernos locales, provinciales y nacionales, empoderó al CEAER y lo puso entre las instituciones educativas más respetadas en la zona y la provincia. Sin lugar a dudas, se lo va a extrañar en esa institución y no será fácil reemplazarlo.

Un gran conocedor del recorrido del CEAER es el choelense Ricardo Calvo, quien destacó que «el origen del Centro allá por la década de los 90 entre los municipios, Sociedad Rural, Cámara de Comercio; fue difícil y sin plata, hubo que salir a convencer a la provincia. Hoy el Instituto y su director son reconocidos no solo en Valle Medio, sino en toda la provincia”.

De esta forma, Gallardo empieza a transitar otra etapa y el CEAER encara el desafío de seguir mostrándose como lo hizo en los últimos años, con múltiples propuestas educativas para jóvenes y adultos y aunando esfuerzos con municipios vallemedienses y entidades productivas y sociales.

Cuando el Perito Moreno quiso llegar a la isla de Choele Choel con una embarcación de 100 toneladas

Varias personas a lo largo de la historia criolla no dudaron en señalar que el río Negro debía ser explotado como vía navegable. Se llevaron a cabo distintas experiencias y uno de los hechos anecdóticos fue el intento, frustrado, de remontarlo desde el Atlántico con una embarcación de 100 toneladas. Sucedió a fines de septiembre de 1879 y entre los pasajeros se encontraba nada más ni nada menos que Francisco Pascasio Moreno, quien estaba acompañado por el ingeniero Francisco Bovio y el agrónomo J. Gallegos. La embarcación, un aviso de vapor de cinco pies de calado y sin quilla, no pudo ir muy lejos porque las aguas estaban en bajante y, a la altura de China Muerta, encallaron. El Vigilante, así se llamaba la embarcación, requirió de muchos esfuerzos para salir de su situación y retornar, cabizbajo, a Carmen de Patagones.

Moreno, quien estaba en plena expedición, terminó viajando por tierra rumbo a Neuquén. Y el Vigilante, tras brindar servicios destacados en el golfo de San Matías, regresó a Buenos Aires.

Bibliografía: Raúl A. Entraigas, Piedra Buena, Caballero del mar

Foto: archivo La Voz (cedida gentilmente por el ingeniero beltranense F. Witkowski. Embarcaciones que hacían el trayecto Viedma-Alto Valle)

Los funcionarios de antaño que le dieron un espaldarazo al riego en la isla de Choele: A. Viterbori

A los esfuerzos de los locales, con los inmigrantes galeses a la cabeza, la isla de Choele Choel le fue dando forma a su sistema de riego. Ese empuje no pasaba desapercibido y los pedidos para consolidar el proyecto que beneficiaría a cientos de productores recorrían despachos en la región y, principalmente, Nación. Uno de los primeros que se hizo eco de ese trabajo sin cuartel en la región del Valle Medio rionegrino fue un gran conocedor de los sistemas de riego como Alfredo Viterbori, quien fue vocal de la comisión administradora del canal de la Colonia General Roca.

Demostrando su compromiso con sus coprovincianos, apenas fue nombrado por el ministerio del Interior como primer gobernador rionegrino, no tardó en hacer fuerza para que se avance en las obras que permitirían regar un poco más de 35 mil hectáreas en la isla de Choele Choel. Su paso por la gobernación fue efímero, apenas dos años, pero intenso y apostando por el desarrollo del conjunto de los valles de Río Negro.

Bibliografía/documentos: Diario Río Negro, suplemento especial, Mayo 1997

Cuando la isla de Choele Choel salió a bancar la demanda de manzanos y perales

Corrían las primeras décadas del Siglo XX y el Alto Valle rionegrino, en el Norte de la Patagonia, sumaba hectáreas con noveles frutales. Y ese empuje no tenía solo relación con las familias de los primeros inmigrantes sino también gente de negocios como los responsables del Ferrocarril Sud, con don Montague Eddy a la cabeza. En 1916 se inicia el riego y, en 1918, el ingeniero Juan Barcía Trelles queda al frente del proyecto de la estación experimental de Cinco Saltos. Barcía Trelles, visionario, anticipó: «La viticultura tiene gran porvenir pues las condiciones del medio son más favorables que en Mendoza».

Después de Barcía Trelles, otro ingeniero, Enrique Rowland Amos, recibido nada menos que en el John Innes Institute de la Universidad de Cambridge, toma las riendas de la estación experimental. De la mano de este ingeniero agrónomo, llegan manzanos y perales de Australia. Su empuje hizo famosa a Cinco Saltos en las exposiciones rurales en Buenos Aires. En 1928, la responsabilidad de la estación experimental queda en manos de Jaime McDonald y el Ferrocarril Sud llega con sus frutales hasta el Valle Medio. Entre otros, asesoraron a los chacareros de la isla de Choele: Ricardo Lett, Francisco Barreneche, Guido Cariatore, Echemaite y Jorge Gittins.

El intenso trabajo de la gente del Ferrocarril del Sud entusiasmó a los pioneros de la fruticultura valletana y ya no daban abasto con el vivero de Cinco Saltos. En este marco, hace su aparición otro visionario como Juan Rosauer, quien desde la isla de Choele Choel, en Paso Peñalva, empezó a comercializar sus manzanos (26 variedades) y perales (14 variedades). En 1924 y, 1926 concreta ventas de plantas al F.C. Sud destinadas a la chacra experimental de Cinco Saltos con el fin de atender la creciente demanda de los chacareros del Alto Valle. Así, sin descanso, el monte frutal del Valle rionegrino se consolidaba y cobraba fama por la calidad de su manzana y pera.

Bibliografía/documentos: Artículo de Erwin Fucks, en La Mañana del Sur, «La larga y épica historia de la fruticultura regional», 25 de abril de 1992

La isla de Choele Choel for export: 11 mil abejas de Lamarque y Beltrán rumbo a Europa

La apicultura en la isla de Choele Choel, en el Norte patagónico, se remonta al arribo de los primeros inmigrantes y desde aquel momento, transitó distintas etapas. Hoy, sin lugar a dudas, enfrenta el enorme desafío de consolidarse y sumar a más chacareros y emprendedores a esta actividad económica. Mientras tanto, los apicultores más experimentados muestran su chapa a propios y extraños y en los primeros meses de este año concretaron la exportación de más de 11 mil abejas reinas (Apis Mellifera Buckfast) y acompañantes a Italia y España (1.400 abejas reinas y 9.800 acompañantes).

Los ejemplares fueron comercializados por los establecimientos Cabaña Antünei de Lamarque y Cabaña Colmenares del Valle de Luis Beltrán. «Ambas cabañas están habilitadas por el Senasa para la comercialización de material apícola vivo y registradas en el Registro Nacional de Apiarios de Crianza, que contempla a todos los establecimientos que, mediante el cumplimiento de inspecciones sanitarias obligatorias y otras condiciones de control sanitario, pueden comercializar este tipo de material», destacaron desde el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa).

¿Qué criollos fueron fundamentales para que salesianos y monjas priorizaran la isla de Choele y alrededores?

En la Patagonia de antaño, los religiosos y sus congregaciones tuvieron que hacer grandes esfuerzos para ganarse el corazón de las gentes. En Choele, ante una convocatoria del cura Pedro Bonacina, no dudaron en colaborar para una residencia salesiana las siguientes personas: Francisco Suárez, Enrique Larravide, Remigio Bizzanelli, Doña Rosario Bravo viuda de Ruiz, Tomás Mulleady, Francisco Vespa, Federico Escudé, José Araujo, Pedro Arrighi y un peón de apellido Rodríguez, quien aportó casi 10 pesos fuertes recolectados en la Isla.

De esta forma, Bonacina no paró y gracias a la confianza que inspiraba, también logró aportes de la zona del río Colorado, con donantes como Grat Lhande, Juan Casamayor, Pedro Borda, Juan B. Basté, Balbino Urrutia, Víctor López y Pedro Maglione, entre otros.

En concreto, tras reunir más de 1000 pesos fuertes en 1893 y 1894, Bonacina compró y reparó la casa del mayor Cáceres (ubicada en un lugar estratégico del ejido urbano de Choele) y logró consolidar la misión salesiana en la isla de Choele Choel y toda la región. El proyecto, ambicioso, contemplaba la construcción de una capilla, una casa para las Hermanas (que llegarían de Conesa) y, otra, para los Padres. Y la promesa a las familias del lugar también incluía un colegio dirigido por las Hermanas.

Con un enorme tesón, Bonacina y los pioneros de la Isla sembraron la semilla que luego dio lugar a instituciones históricas como los colegios Salesiano y Madres Canossianas, el pituco templo Sagrado Corazón de Jesús y el resto de las parroquias más modernas de la iglesia Católica.

Bibliografía:

  • Entraigas, Raúl A., El Ángel del Colorado

Fotografía: ilustrativa, iglesia salesiana Sagrado Corazón de Jesús, en Luis Beltrán.

El héroe sin capa, el cura salesiano Bonacina y la primera iglesia de la isla de Choele y alrededores

El 28 de diciembre de 1891, el padre Domingo Milanesio dejaba Choele Choel para una misión en la Cordillera y, el tenaz cura Pedro Bonacina quedaba a cargo de la misión salesiana en la región. Sin descanso, Bonacina empezó a moverse y atendía a las gentes de lugares lejanos como Chimpay y Chelforó. Asimismo, en sus cartas, hacia una cruda descripción de Choele: «Choele Choel representa un pueblo en ruinas. Es un cementerio». Pero esos diagnósticos no lo frenaban en absoluto y quería hacer aportes, superadores, como el de consolidar la presencia salesiana con una capilla y también, la apertura de una escuela con la asistencia de las Hermanas que se encontraban en General Conesa.

Después de múltiples esfuerzos y gestiones ante sus superiores, en 1892, Bonacina terminó comprando una propiedad cercana al río que pertenecía al mayor Marcos Cáceres. En realidad, el negocio lo hizo con el comprador de esa casa, Federico Escudé. Enseguida, la transformó en una capilla donde muchos escucharon por primera vez la Palabra de Dios. «Entre tanto esa casita del Mayor Cáceres queda ahí a la vera del Río Negro, mudo testigo de la tenacidad de aquel hombre tesonero. Nunca fueron las Hermanas (de Conesa) allí; pero esa casa fue por muchos años el único refugio espiritual que hubo en Choele Choel y en muchas leguas a la redonda», destaca Raúl A. Entraigas.

Bibliografía:

  • Entraigas, Raúl A., El Ángel del Colorado

Fotografía: de carácter ilustrativo, iglesia salesiana Sagrado Corazón de Jesús, en Luis Beltrán.

Un inmigrante francés como impulsor de la construcción de la primera capilla en la isla de Choele Choel

Mucho antes del proyecto de la iglesia salesiana Sagrado Corazón de Jesús en la localidad de Luis Beltrán, varios pioneros y religiosos coincidieron en la necesidad de construir una capilla en la isla de Choele Choel. Una de las personas que impulsó la iniciativa fue el francés Pedro Dupont, quien a principios de 1891 le escribió al Padre Pedro Bonacina para comentarle sobre el entusiasta proyecto. «Reverendísimo Señor y distinguido amigo: Me alegro mucho de pensar que el Señor Obispo tiene la idea de hacer una capilla en Choele Choel y la Isla. La Isla es más importante que Choele Choel, pues aquí viven más de 300 familias (número oficial) que son absolutamente privadas de todo socorro religioso», destacó Dupont.

Bibliografía:

  • Entraigas, Raúl A., El Ángel del Colorado

Fotografía: ilustrativa, proyecto de la iglesia salesiana Sagrado Corazón de Jesús, en Beltrán.